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(Fuente imagen: Buen provecho)

Hay quien dice que la cocina es un arte, todos conocemos a artistas de la cocina y gente que no sabe ni freír un huevo. Pero además de arte, también tiene ciencia, la cocina es pura química. Y una de las cosas importantes en química son las cantidades y su medida.

Sin embargo, las medidas en la cocina son muy relativas, relativas a la persona que te enseña una receta. Quién no ha aprendido a cocinar con su madre o abuela y te dicen que echa una pizca de esto, o un puñado de aquello y todo a ojo. Lo que yo siempre me he preguntado es ¿un puñado de quién? Porque no es lo mismo la mano de mi madre que la mía, o la de mi pareja. Y aquí es donde entra la parte artística de la cocina y tienes que asumir que tienes que entrenar tu ojímetro a base de prueba y error, algo muy científico también. A base de guisos que ni tu mismo eres capaz de comer, otros en los que tu pareja se come intentando no poner mala cara, terminas haciendo cosas hasta medio decentes.

Cuando ya eres capaz de cocinar lo básico para sobrevivir e intentas subir de nivel viene un nuevo reto, las medidas de las recetas online. Esto ya es un lío, puedes encontrar desde páginas inglesas con medidas del sistema imperial de unidades, hasta unidades que no son nada precisas. Después de haber aprendido la medida del puño de tu madre, te toca aprender la medida taza, cuchara y cucharita. Y te preguntas ¿qué tipo de taza? ¿La de florecillas de café o la super taza del colacao de toda la vida? Si sacas tu espíritu científico puedes intentar buscar equivalencias en gramos o mililitros, pero en seguida te das cuenta de que para unos una taza son 240 mL, para otros 250mL… Y siguiendo con tu espíritu científico intentas hacer una media de todas las medidas que has encontrado, o renuncias y terminas llamando a tu madre que te recuerda la lección del uso del ojímetro.

La conclusión es que hace falta un organismo internacional de la cocina que regule el caos de medidas que hay. Aunque quizás es mejor que la cocina siga conservando ese arte que tiene y la pizca y puño de cada uno le siga dando su toque especial que hace que mis guisos no le lleguen ni a la suela del zapato a los de mi madre.