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El transhumanismo ya ha empezado

28 marzo, 2021

Máster de cultura científicaFilosofíaciencia y literatura

(Fuente imagen: [Revista Telos 108])

Según Diéguez [1] transhumanismo es la búsqueda del mejoramiento humano (físico, mental, moral, emocional o de otra índole) mediante procedimientos tecnológicos, en especial a través de las biotecnologías, de la robótica y de la inteligencia artificial. En su versión más radical, promueve el advenimiento de una nueva especie poshumana.

En el artículo, Diéguez empieza hablando sobre la fascinación del ser humano por el transhumanismo, pero advierte que algunas de las predicciones transhumanistas son poco realistas, como la de llegar a volcar nuestro cerebro en un ordenador. Esto me lleva a plantearme cuestiones interesantes. Aunque pudiéramos volcar nuestros recuerdos en un ordenador, y una inteligencia artificial basándose en ellos pudiera hablar e interactuar con otras personas, ¿podríamos realmente decir que somos nosotros mismos? Yo creo que no, o por lo menos este tipo de inmortalidad yo no la quiero. Esta inteligencia artificial no tendría demasiada capacidad de sorprender o salirse del camino marcado por esos recuerdos, y si la tiene, claramente ya dejaría de ser fiel a cómo actuaríamos nosotros.

Diéguez dice que es poco probable que en un futuro cercano se pueda conseguir la inmortalidad, que la exploración de Marte nos permita considerarlo como una reserva natural de recursos o que las máquinas se creen a sí mismas sin la necesidad de la intervención humana. Creo que, si bien todo esto es poco probable a corto plazo, son cosas que ya están pasando sin llegar a estos extremos. Por ejemplo, en el caso de la medicina no se conseguirá la inmortalidad, pero sí se alargará la vida unas cuántas décadas. La pregunta importante y que requiere que abordemos ya es ¿la vida de quién y con qué coste? En la actualidad, nada tiene que ver la esperanza de vida de los países más desarrollados y la de los menos desarrollados. Por otro lado, en el caso de la exploración espacial la cuestión a abordar es si se va a realizar de manera sostenible y si tiene sentido invertir grandes cantidades de dinero en ello cuando todavía hay gente que se muere de hambre en la Tierra. Diéguez sostiene que no tenemos un planeta de repuesto, y que pensar en la exploración espacial es una manera de eludir nuestros problemas actuales.

Por otro lado, el transhumanismo no es tampoco algo futurista y lejano, es algo actual que debe pensarse y tenerse en cuenta hoy en día. Tecnológicamente ya se puede modificar genéticamente a una persona antes de que nazca, y el desarrollo recientemente de la técnica Crisper-Cas demuestra el gran potencial de la biotecnología actual. Pero creo que tampoco hay que irse tan lejos, la tecnología que tenemos desde hace años ya nos está cambiando. Vivimos pegados a un teléfono móvil, y lo vemos como parte de nosotros. Muchos no decimos “el móvil se me está quedando sin batería”, sino “me estoy quedando sin batería”, como si fuera una extensión de nuestro cuerpo. Por lo tanto, psicológicamente ya hemos cambiado; además ha sido en un espacio de tiempo relativamente corto. En cuanto a los avances médicos, también nos están cambiando como especie. Por ejemplo, que cada vez haya más cesáreas hará a la larga que el gen de tener cadera estrecha y reproducirse se extienda, hasta que quizás sea de alto riesgo tener un parto natural.

Una de las cuestiones en las que insiste Diéguez, es que pensar en estas posibilidades poco probables y futuristas distrae de los problemas que ya tenemos en la actualidad. La extensión de la robotización está haciendo que los puestos de trabajo se mecanicen cada vez más aumentando el paro laboral. El problema del mercado laboral es algo a lo que tenemos que hacer frente en la actualidad. Otro de los problemas actuales a abordar es la existencia de máquinas capaces de tomar decisiones por sí mismas en situaciones importantes, como coches automáticos o armas inteligentes.

En conclusión, el transhumanismo ya ha empezado y debemos plantearnos los problemas y consecuencias que ello conlleva, tanto del poshumanismo tecnocientífico centrado en la robótica y la inteligencia artificial, como del poshumanismo cultural que ve la tecnología como una manera de criticar los viejos ideales humanistas. Debemos tener en cuenta que la naturaleza humana no es inmutable, ha cambiado a lo largo de su historia y lo seguirá haciendo. Las preguntas esenciales a abordar son éticas, políticas y sociales; sobre quién va a tomar las decisiones, quién se va a beneficiar de los cambios y cuáles serán las consecuencias sociales y ecológicas.

Referencias

  • Diéguez, Antonio (2018). Transhumanismo. Propuestas y límites. Telos, 108: 52-61.

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