La ciencia en la época de Rosalind Franklin

En las primeras décadas del siglo XX todavía no estaba bien visto que una mujer se dedicara a la ciencia, y si lo hacía debía dejarlo al casarse y tener hijos. En algunas universidades ya se aceptaban mujeres, aunque en muchas ocasiones no podían recibir el mismo título que un hombre.

La primera dificultad que encontraban las mujeres era el poder estudiar. Sólo podían acceder a la universidad las mujeres de clase media-alta, y debían convencer a sus familiares para que les financiaran los estudios. Si tenían la suerte de pertenecer a una familia burguesa que apoyaba sus estudios, la siguiente dificultad estaba en llevarlos a cabo en un ambiente masculinizado y de continua discriminación. Si una mujer era capaz de soportar esto y estudiar, dependiendo de la universidad, podía obtener el título de graduada.

Una vez obtenido el título, las dificultades no paran de sucederse. No debía ser fácil encontrar una universidad o instituto de investigación donde te den una beca para investigar. Tampoco debía ser fácil que tus compañeros cuestionaran continuamente tus investigaciones o tu valía como investigadora.

En la biografía de Rosalind Franklin encontramos muchos ejemplos de discriminación. Sus padres opusieron resistencia a que estudiara. En su trabajo en el King’s College sus iguales la trataban como a una ayudante y no podía acceder a los lugares de charla informal a tomar café con ellos. Además, en el caso de Rosalind Franklin le robaron su investigación, haciendo que fuera insostenible su ambiente laboral y tuviera que irse al Birbeck College, un lugar mucho menos prestigioso.

Lo más triste de todo esto es que más de medio siglo después las cosas han cambiado, pero muchas de estas actitudes se siguen encontrando. En general, se siguen valorando más las opiniones de los hombres, se cuestiona más a las mujeres haciendo que sintamos mucha más presión a la hora de trabajar, y hay muy pocas mujeres en puestos de poder y de toma de decisiones.