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¿Qué sería de nosotros sin la Luna?
20 marzo, 2022
Para una partícula que viaja a la velocidad de la luz desde la Tierra, la Luna está ahí no más. En menos de lo que tardamos en decir “Tierra y Luna” un fotón ya ha llegado desde la Luna hasta nosotros, en 1,28 segundos. La Tierra y la Luna son vecinos con una relación muy especial y un origen común. Aunque no está claro cómo se originó la Luna, la materia que forma ambos astros proviene del disco protoplanetario del Sol. La teoría más aceptada es que la Luna surgió a partir de la colisión de un cuerpo muy masivo con la Tierra unos 100 millones de años después de su formación.
La Luna, además de estar relativamente cerca de la Tierra, tiene un tamaño que no es despreciable. Si la Tierra fuera una pelota de baloncesto, la Luna sería como una pelota de tenis. Ambos astros se atraen por la fuerza de la gravedad y a su vez son atraídos por el Sol. Los tres astros se atraen entre sí y están ligados, el movimiento de cada uno depende del resto. Esta conexión influye no sólo en el movimiento orbital de nuestro planeta, sino también en el clima y los seres vivos que habitan en él.
Esta relación fue propuesta ya en el siglo XIX por varios científicos, pero fue Milutin Milankovic a principios del siglo XX quien lo estudió en mayor profundidad. Hoy en día se llaman variaciones orbitales o ciclos de Milanković a los efectos en el clima provocados por los cambios en el movimiento de la Tierra. Las variaciones en el movimiento orbital hacen que cambie la radiación solar que llega a la Tierra. Estos cambios pueden medirse a lo largo de miles de años en sedimentos marinos y el hielo de la Antártida, como puede verse en la imagen.
Fuente: Variation in the Equation of Time – K. Karney
El movimiento de la Tierra varía de manera compleja por la interacción con los diferentes astros del sistema solar, pero hay tres ciclos orbitales predominantes:
- La forma de la órbita terrestre varía, su excentricidad. Al estar la Tierra más cerca o más lejos del Sol recibe más o menos radiación.
- El ángulo de inclinación del eje terrestre. La radiación que llega no varía, pero sí su distribución sobre la superficie terrestre.
- La dirección del eje de rotación tiene un movimiento de precesión por el achatamiento de la esfera terrestre.
Estas variaciones explican la periodicidad de las glaciaciones cada 100.000 años aproximadamente. También está relacionado con la alternancia de periodos de inundación y sequía que propició la aparición del Homo erectus y la migración del Homo sapiens fuera de África.
La Luna es un elemento clave en estas variaciones, es el astro más cercano a la Tierra y si no fuera por ella quizás no estaríamos aquí. Por un lado, la Luna atrae la masa de océanos provocando mareas que generan rozamiento por la rotación de la Tierra. Esto hace que nuestro planeta gire cada vez más lento, es la razón de que los días duren 24 horas y la duración del día y la noche se mantenga estable. Sin la Luna habría mareas, pero mucho más débiles causadas por el Sol. Si la Tierra girara más rápido habría vientos y corrientes oceánicas más violentas. Por otro lado, la Luna también ayuda a mantener estable el eje del planeta, haciendo que las estaciones sean regulares. Sin la Luna el clima sería completamente diferente, las variaciones suaves son esenciales en la aparición y el desarrollo de la vida en la Tierra.
Bibliografía
La historia de la Tierra, al ritmo de los ciclos de Milankovitch, BBVA Openmind