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El problema del cortoplacismo en la política actual
30 abril, 2021
(Fuente imagen: Diario Vasco)
El sistema democrático actual ha demostrado en repetidas ocasiones su desdén por los problemas que afectan al futuro. Los partidos políticos se renuevan en el poder cada 4 años en muchos de los sistemas democráticos, por lo que no son capaces de ver problemas a largo plazo que no les van a afectar durante sus años de mandato. Hay muchos problemas de este tipo, como por ejemplo la deuda pública, las pensiones o el cambio climático. Los partidos políticos piensan que ese problema ya lo resolverá otro, al que le toque en ese momento.
La cuestión es que esos problemas podrían evitarse si se tratan a largo plazo, si queremos evitar una catástrofe climática mundial debemos actuar ya, cambiar ya nuestra manera de consumir. Sin embargo, ni los gobiernos ni ningún partido político está dispuesto a cambiar el orden establecido ni el modelo de consumo capitalista que está agotando los recursos del planeta.
No creo que sea posible evitar este cortoplacismo sin cambiar de raíz el sistema democrático. Uno de los principales problemas de este sistema es que los partidos políticos están siempre haciendo campaña para las siguientes elecciones, y se preocupan más por su imagen y los intereses de sus patrocinadores que en el bien común. Y este es uno de los grandes problemas del sistema actual, la corrupción instaurada dentro del sistema democrático. No son los políticos los que gobiernan en los diferentes países, sino las empresas o lobbies que los financian y les permiten seguir en el poder. A las empresas no les interesa pensar en la gente del futuro, esas personas no les generan beneficios ahora. Un ejemplo claro de esto es el sistema educativo en España, que cambia cada vez que cambia el gobierno sin atender cambios realmente necesarios que beneficien a la comunidad educativa, sino a los intereses ideológicos del partido de turno.
Además, problemas como el del cambio climático no sólo son problemas a largo plazo, sino a gran escala. Es un problema que debemos afrontar como humanidad, sin fronteras, sin pensar como países individuales. Esto le añade gran dificultad a la resolución del problema. En el pasado ya se han resuelto problemas globales, la erradicación de la viruela es un ejemplo de colaboración mundial. En los grandes proyectos científicos, como el LHC, también podemos ver grupos multidisciplinares y multiculturales trabajando por un mismo fin. Es ese espíritu el que necesitamos para hacer frente al cambio climático.
El antiguo pensamiento que permitió en el pasado levantar la Gran Muralla China, o las grandes catedrales no son posibles en las democracias modernas. Estas grandes obras fueron construidas bajo sistemas absolutistas, en los que una persona o familia decidían sin preocuparse por tener que seguir al mando. El reto en la actualidad sería transformar el sistema democrático actual para hacer frente a problemas a largo plazo sin caer en una dictadura y asegurando las libertades individuales de las personas.