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(Fuente imagen: Freepik)

Ciencia y Artes. Tarea 1

Oír no es algo voluntario, ya que siempre que haya un sonido que llegue a tu tímpano este va a vibrar. Esta vibración va a transmitir el sonido hasta que llegue a las células ciliadas en la cóclea y lo transformen en señales eléctricas que viajan por el nervio auditivo hasta nuestro cerebro. Escuchar, sin embargo, sí es voluntario. Nosotros podemos elegir a qué sonidos de los que llegan a nuestro cerebro prestar atención y cuáles ignorar. Nosotros elegimos qué información sonora procesamos y cuál ignoramos.

Sin embargo, no procesamos toda la información sonora que queremos, sino que nuestro cerebro se queda con la información más relevante y rellena los huecos restantes. Esto hace que muchas veces lo que realmente llega a nuestro oído y lo que escuchamos sea diferente. Al cerebro llega mucha cantidad de información y tiene que filtrar de alguna manera, sería inviable que procesara toda la información.

No todos percibimos la música de la misma manera. Por un lado, los órganos auditivos de cada persona son diferentes. Una persona puede tener células ciliadas que capten mejor los agudos o graves que otra, por ejemplo. Por otro lado, el procesamiento de las señales eléctricas que llegan al cerebro también pueden ser diferentes. Además, el sonido influye en nuestra percepción y nuestras emociones, que son distintas en diferentes personas. Lo que percibimos es algo subjetivo y puede generarnos distintas emociones. La música activa regiones del cerebro especializadas en tareas como el control de los músculos, centros del placer, regiones asociadas con las emociones y áreas encargadas de interpretar el lenguaje.