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Mi momento espaecial

26 diciembre, 2021

Máster de cultura científicaEl universo a grandes rasgos

(Fuente imagen: NASA)

Ese punto pálido azul

Soy cosmóloga y nunca he querido ir al espacio. Ya está, ya lo he dicho públicamente, no pienso salir nunca de la Tierra a no ser que alguien (o algo) me obligue. Soy cosmóloga porque siempre me ha fascinado mirar al cielo, siempre me he preguntado qué hay más allá, de dónde salió todo, en fin, el por qué de las cosas. Por eso estudié física e hice un doctorado en cosmología.

Sin embargo, nunca he soñado con ir al espacio, se está muy bien aquí en la Tierra, me vale con descubrir el universo desde la comodidad de tierra firme. Supongo que está relacionado con la razón por la que cambié la investigación por la educación, me maravilla el universo y sus incógnitas; me encanta hablar de él, pero investigarlo no era lo mío. Trabajar delante de un ordenador me aburría profundamente, en cambio ahora siendo profesora estoy todo el día con personas y me parece mucho más estimulante y divertido (aunque a veces quiero matar a algunos de mis estudiantes…).

Quizás el hecho de criarme en los 90, tras el accidente del Challenger en 1986, me marcó. Recuerdo que cuando me contaron la historia de pequeña, me horrorizó la idea de morir en la explosión de un lanzamiento. Por todo esto, quizás nunca he estado muy interesada en las misiones espaciales, cuando he trabajado en cosmología lo he hecho con datos de un telescopio en Tierra, sin necesidad de pensar en lanzamientos de telescopios o satélites.

Sin embargo, sí tengo un momento espaecial, un momento que cambió la manera en la que los seres humanos nos veíamos a nosotros mismos. Mi momento espaecial es en 1990, el año en que nací, ese momento en el que el gran Carl Sagan hace que la Voyager 1 se de la vuelta y nos haga un selfie. Antes de que terminara la misión de la Voyager 1, que todavía sigue su viaje por el frío vacío interestelar, se hicieron una serie de 60 imágenes para tener un retrato de familia del sistema solar. En ese momento la Voyager, a una distancia de más de 6.000 millones de kilómetros veía a la Tierra como un pálido punto azul.

Obviamente yo fui consciente de esta fotografía ya de mayor, ya después de haber terminado la carrera, cuando empecé a hacer divulgación. Esta fotografía cambió la concepción egocéntrica de muchas personas; nos hizo darnos cuenta de lo pequeños que somos, de que la Tierra es nuestra casa y debemos cuidarla. Los astronautas que han estado fuera de la Tierra tienen también este sentimiento, desde el espacio no se ven las fronteras que nos dividen, sólo el planeta que compartimos y que nos estamos cargando entre todos. No es de extrañar que en esta época surgieran muchos movimientos ecologistas, el vernos a nosotros mismos como algo insignificante en medio del universo nos cambió, nos hizo darnos cuenta de lo realmente importante.

Han pasado ya más de 30 años de esa imagen, la sonda Cassini en 2013 hizo su propia versión en su paso por Saturno. Cada vez sabemos más del universo, aunque también somos cada vez más conscientes de lo poco que sabemos y lo mucho que queda por saber. Esta fotografía es mi momento espaecial porque demuestra que el conocimiento del cosmos no sólo sirve para saber más sobre el universo, sino que puede afectarnos como población y provocar cambios.

La Tierra vista desde Cassini - NASA
La Tierra vista desde Cassini - NASA

Referencias:

Solar System Portrait - Earth as 'Pale Blue Dot' - NASA

Pale Blue Dot Revisited - NASA

Cassini’s Pale Blue Dot


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